Una de las características de la Medicina Unani es el énfasis que le otorga al uso de los sabores de los alimentos como una manera de rebalancear los aspectos del organismo que provocan la enfermedad. La elección de la comida y la forma en que es preparada es muy importante a la hora de elaborar una dieta para alcanzar o mantener la salud. En ese sentido, se destaca la utilización de especias y hierbas que contribuyen a corregir las raíces del desequilibrio.
Cada ingrediente que consumimos durante una comida afecta, según Avicena, la temperatura del cuerpo en forma diferente y puede influir en los sistemas humorales. Los alimentos, además, tienen diferentes niveles de potencias. Algunos producen un efecto suave y pueden ser aplicados a cualquier persona. Existen otros tres niveles en donde la potencia se incrementa paulatinamente, hasta llegar a ciertos alimentos que sólo pueden ser consumidos bajo la supervisión de un especialista.
El nivel más fuerte de potencia incluye venenos que pueden ser utilizados como medicina por una persona idónea. Este punto resulta muy controversial para los occidentales, que no logran comprender que el veneno pueda ser un medicamento. En Oriente, en cambio, es común que un veneno pueda ser recetado con el fin de restablecer ciertas funciones corporales.
Los sabores (salado, dulce, amargo, picante y ácido) también afectan a los humores del cuerpo. Los aromas que se emanan durante la prelación de la comida, del mismo modo que los que sentimos al comer y otras transformaciones que se producen durante la digestión, contribuyen a la concepción de la comida como vía para alcanzar el estado óptimo de salud.
Comer implica hacerlo en un ámbito adecuado. Al igual que los principios del tantra tibetana o la medicina africana, comer en compañía de los seres más queridos, en un ambiente de fraternidad y relajación, constituye un verdadero ritual de purificación, especialmente cuando los sabores fueron elegidos correctamente.
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